mercoledì 15 agosto 2012

Multilingüe Rosario - Los Misterios Luminosos meditado por Don Antonio D'Osasco - Español



Multilingüe Rosario - Los Misterios Luminosos

meditado por Don Antonio D'Osasco


Traducido por Grazia Cadau


Español


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¡Oh, Espíritu Santo, alma de mi alma, te adoro!

Ilumíname, guíame, fortaléceme, consuélame.

Dime qué debo hacer, dame tus órdenes.

Te prometo someterme a todo lo que desees de mí

y aceptar todo lo que permitas que me suceda.

Hazme tan solo conocer tu voluntad.




PRIMER MISTERIO LUMINOSO

Por primera vez, al hombre pecador se le revela el misterio de amor de la Trinidad. Jesús se hunde en nuestro pecado, y lo carga sobre sí mismo como ningún hombre nunca habría imaginado pudiera hacer un Dios.
Toma a mí como su hermano, me presenta a su Padre que se hace también ‘nuestro’ Padre; me revela el Espíritu Santo Amor que no sólo une a las tres personas de la Trinidad, sino me hace entrar personalmente, abriéndome su corazón, en el océano de paz de su misterio.
Desde el día de mi bautismo me he convertido en la morada del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Gracias, Jesús.


SEGUNDO MISTERIO LUMINOSO

El protagonista de este segundo misterio sigue siendo el amor de Jesús; èl es el verdadero esposo de la humanidad, de mi propria alma. Como en su bautismo, aquí también sigue sorprendiéndome el hecho de que el primer milagro Jesús lo cumple (bajo delicada sugerencia de su dulce madre) no en el templo, sino en un momento de la vida cotidiana del hombre, cuando el vino (signo de amor) ya se ha acabado. Y ¡cuál abundancia! ...porque son 600 las botellas de vino, y... ¡qué vino!
Será el vino que Jesús transformará, cada día, en su sangre (signo de su amor supremo) durante cada celebración Eucaristíca.

Gracias, Jesús, de tu generosidad que no tiene límites.


TERCER MISTERIO LUMINOSO

En este misterio consideramos toda la historia del Amor de Dios.
EL TIEMPO SE HA CUMPLIDO”: la preparación para tu llegada, decidida por tu infinita misericordia desde hace la expulsión del Paraíso terrenal, ha terminado. Se ha cumplido a través de siglos de historia sagrada, guiada sobretodo por la mano de tus profetas que han preparado el pueblo elegido en vista de la gran sinfonía de la salvación.
EL REINO DE DIOS” eres tú Señor. Tu eres la Buena Noticia, el Evangelio en persona, el que con amor nos ha ilustrado todas las características del Reino contándonos muchas bellísimas parábolas.
CONVERTÍOS”: sabemos que la conversión es un regalo tuyo, pero si no lo acogemos con amor y no lo hacemos fructificar, hacemos vana tu pasión y tu muerte.
CREED AL EVANGELIO” es lo que hice la Virgen María que oyó su prima Isabel que le decía:
<Bendita la que creyó en que las promesas del Señor se cumpliría>
Creer y amar la buena noticia de Jesús es caminar en la luz de su Palabra y esto es lo que nos hace libres.

Gracias, Jesús


CUARTO MISTERIO LUMINOSO

En este cuarto misterio de la luz Jesús hace brillar su rostro como el sol delante de sus tres amigos Pedro, Juan y Santiago.
Había acabado de decir a los 12 Apóstoles que habría debido “ir a Jerusalén y sufrir mucho... ser ejecutado y resucitar al tercer día (Mt 16,21).
Para prepararlos en la fe para este momento de prueba Jesús se muestra a unos de ellos “transfigurado”. Y, de la misma manera que en el primer misterio, aquí también, por la segunda vez, se oye la voz del Padre, con las mismas palabras y una más “ESCUCHÁDLO”.
Si de veras queremos ver a Dios no hay nada mejor y más bello que escuchar su voz y sus palabras (que no son otra cosa que el mismo JESÚS), el Evangelio, la buena noticia en la que tocamos con la mano todo su Amor y sus dones.

Gracias, Jesús


QUINTO MISTERIO LUMINOSO

Éste es el misterio más luminoso de los cuatro ya contemplados. Llega el día de los Ázimos en el cual era necesario sacrificar la víctima de Pascua (Lc 22,7).
¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta Pascua! (15). Aquí se pueden contemplar todos los discursos contados por Juan en los capítulos 14-17 de su Evangelio.
No podemos no extrañarnos de lo que Jesús se ha inventado para permitirnos tocar con nuestra mano su Amor: comer su cuerpo, viviente, muerto y resucitado, beber su sangre, viviente, derramado por nosostros y presente en el vin transformado (Cana nos acuerda algo...)
Y con aquel “Haced ésto en memoria de mí” instituyó el sacerdocio que cada día nos hace presente el sacrificio de Cristo en la celebración de la Eucaristía.

Gracias, Jesús.

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