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Rosario - Los Misterios Luminosos
meditado
por Don Antonio D'Osasco
Traducido por Grazia Cadau
Español
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¡Oh,
Espíritu Santo, alma de mi alma, te adoro!
Ilumíname,
guíame, fortaléceme, consuélame.
Dime qué
debo hacer, dame tus órdenes.
Te prometo
someterme a todo lo que desees de mí
y aceptar
todo lo que permitas que me suceda.
Hazme tan
solo conocer tu voluntad.
PRIMER
MISTERIO LUMINOSO
Por
primera vez, al hombre pecador se le revela el misterio de amor de la
Trinidad. Jesús se hunde en nuestro pecado, y lo carga sobre sí
mismo como ningún hombre nunca habría imaginado pudiera hacer un
Dios.
Toma
a mí como su hermano, me presenta a su Padre que se hace también
‘nuestro’ Padre; me revela el Espíritu Santo Amor que no sólo
une a las tres personas de la Trinidad, sino me hace entrar
personalmente, abriéndome su corazón, en el océano de paz de su
misterio.
Desde
el día de mi bautismo me he convertido en la morada del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo.
Gracias,
Jesús.
SEGUNDO
MISTERIO LUMINOSO
El
protagonista de este segundo misterio sigue siendo el amor de Jesús;
èl es el verdadero esposo de la humanidad, de mi propria alma. Como
en su bautismo, aquí también sigue sorprendiéndome el hecho de que
el primer milagro Jesús lo cumple (bajo delicada sugerencia de su
dulce madre) no en el templo, sino en un momento de la vida cotidiana
del hombre, cuando el vino (signo de amor) ya se ha acabado. Y ¡cuál
abundancia! ...porque son 600 las botellas de vino, y... ¡qué vino!
Será
el vino que Jesús transformará, cada día, en su sangre (signo de
su amor supremo) durante cada celebración Eucaristíca.
Gracias,
Jesús, de tu generosidad que no tiene límites.
TERCER
MISTERIO LUMINOSO
En
este misterio consideramos toda la historia del Amor de Dios.
“EL
TIEMPO SE HA CUMPLIDO”: la preparación para tu llegada, decidida
por tu infinita misericordia desde hace la expulsión del Paraíso
terrenal, ha terminado. Se ha cumplido a través de siglos de
historia sagrada, guiada sobretodo por la mano de tus profetas que
han preparado el pueblo elegido en vista de la gran sinfonía de la
salvación.
“EL
REINO DE DIOS” eres tú Señor. Tu eres la Buena Noticia, el
Evangelio en persona, el que con amor nos ha ilustrado todas las
características del Reino contándonos muchas bellísimas parábolas.
“CONVERTÍOS”:
sabemos que la conversión es un regalo tuyo, pero si no lo acogemos
con amor y no lo hacemos fructificar, hacemos vana tu pasión y tu
muerte.
“CREED
AL EVANGELIO” es lo que hice la Virgen María que oyó su prima
Isabel que le decía:
<Bendita
la que creyó en que las promesas del Señor se cumpliría>
Creer
y amar la buena noticia de Jesús es caminar en la luz de su Palabra
y esto es lo que nos hace libres.
Gracias,
Jesús
CUARTO
MISTERIO LUMINOSO
En
este cuarto misterio de la luz Jesús hace brillar su rostro como el
sol delante de sus tres amigos Pedro, Juan y Santiago.
Había
acabado de decir a los 12 Apóstoles que habría debido “ir a
Jerusalén y sufrir mucho... ser ejecutado y resucitar al tercer día
(Mt 16,21).
Para
prepararlos en la fe para este momento de prueba Jesús se muestra a
unos de ellos “transfigurado”. Y, de la misma manera que en el
primer misterio, aquí también, por la segunda vez, se oye la voz
del Padre, con las mismas palabras y una más “ESCUCHÁDLO”.
Si
de veras queremos ver a Dios no hay nada mejor y más bello que
escuchar su voz y sus palabras (que no son otra cosa que el mismo
JESÚS), el Evangelio, la buena noticia en la que tocamos con la mano
todo su Amor y sus dones.
Gracias,
Jesús
QUINTO
MISTERIO LUMINOSO
Éste
es el misterio más luminoso de los cuatro ya contemplados. Llega el
día de los Ázimos en el cual era necesario sacrificar la víctima
de Pascua (Lc 22,7).
“¡Cuánto
he deseado comer con vosotros esta Pascua! (15). Aquí se pueden
contemplar todos los discursos contados por Juan en los capítulos
14-17 de su Evangelio.
No
podemos no extrañarnos de lo que Jesús se ha inventado para
permitirnos tocar con nuestra mano su Amor: comer su cuerpo,
viviente, muerto y resucitado, beber su sangre, viviente, derramado
por nosostros y presente en el vin transformado (Cana nos acuerda
algo...)
Y
con aquel “Haced ésto en memoria de mí” instituyó el
sacerdocio que cada día nos hace presente el sacrificio de Cristo en
la celebración de la Eucaristía.
Gracias,
Jesús.
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